¡Me he enamorado locamente! Este mes desconectada de todo ha sido como esos amores de verano en los que no quieres perder ni medio segundo haciendo nada que no sea disfrutar de lo que sientes. A los cuatro vientos proclamo y grito, a quien quiera oirlo, que mi gran amor es Londres. En mi anterior visita por falta de tiempo, prisa o quizás por sobreexposición de impactos visuales me encantó pero no llegó a tocarme la fibra como esta vez.
Las calles imponentes, la gente diversa, el tráfico a contracorriente, la lluvia sin previo aviso seguida de una tarde soleada, los museos infinitos y la MODA en cada rincón... en definitiva, todo lo que representa esta ciudad se me ha clavado en el alma, se me ha metido bajo la piel y ahora es parte de mi.
No entraré si es la capital de la moda, o del diseño, o del arte... creo que Londres tiene un mucho de todo y cada nueva visita que le haces te espera con algo nuevo, con una sorpresa y con los brazos abiertos. ¿Quien dijo del frío carácter inglés? Londres es bulliciosa, eterna y apasionada y, porque no decirlo, está llena de británicos monísimos! Good save the red squirrels!
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